jueves, 23 de agosto de 2007

…Hiroshima - Sapporo…

El día de hoy ha sido raro, como tiempo perdido, de transición. Toda la mañana la hemos dedicado a viajar a Sapporo. En avión, claro está. Pierdes mucho tiempo: que si bus hacia el aeropuerto, esperar a que llegue el avión, y, lo más sorprendente: el avión ha salido con retraso de quince minutos. Impuntualidad en Japón, eso es raro, raro, raro. Los stressman nos habían metido en la cabeza que solo podía pesar 15 kilos la maleta que embarcabas, con lo que he tenido que hacer una especie de selección de lo que metía dentro. Al final me pesaba más la mochila de equipaje de mano que la maleta en sí, he acabo baldado. Que ya ves tú, cuando hemos embarcado, la maleta de Mai pesaba 23 kilos, la mía 17 y no nos han dicho nada de nada. Tanta tontería para nada. Otra cosa que me ha llamado la atención es que no me han pedido ningún momento el pasaporte, ni para embarcar, ni para subir al avión. El avión era un Boeing 777-200, enorme para ser un vuelo doméstico interno. Era igual de grande que el que nos trajo a Japón desde Frankfurt.



En fin, que a las tres y pico estábamos en el aeropuerto de Sapporo. Con un percance mío, he perdido el papel que identificaba mi maleta como que era mía y me ha tocado firmar un papel diciendo que la maleta que me llevaba era mía. Na, que después de comer en el aeropuerto y pillar un tren a las cuatro, estábamos en el ryokan, lo que quiere decir que el día ya estaba prácticamente finiquitado. Solo nos ha dado tiempo a dar un paseo por la ciudad hasta la torre de TV de Sapporo, que es la torre que sale en todos los doramas que suceden en Hokkaido. He tenido el consumismo del día: me he comprado una camiseta y chocolate para cebarme (que me he pesado hoy en el ryokan, al fin, después de estar buscando un peso durante todo el viaje, y me ha dado trauma, menos de 67 kg, y no digo peso exacto). Hemos cenado los cinco justo debajo de la torre de TV. Han elegido ese sitio por la cerveza, así que después de beberse litro y medio cada uno de los stressman, la Mai y yo nos hemos vuelto porque no aguanto a los que se ponen borrachines. Al poco han venido queriendo que me fuera con ellos de fiesta, pero yo de fiesta nanai. Se han ido los tres de marcha y ya volverán. Mañana veremos como se plantea el día, porque pronostico una resaca sobre ellos. Me he quedado hablando con Esther y Pablo, que prefiero eso mil veces a lo otro.


Por cierto, qué ciudad más moderna, edificios altos, y manzanas cuadradas, como si la hubieran hecho desde cero. Llena de centros comerciales bajo tierra con su respectiva parada de metro. Y qué clima tan bueno en pleno agosto, he pasado frío y todo.

Bye-bee!

No hay comentarios: