sábado, 18 de agosto de 2007

...Kyoto continue...

Ya llevamos dos noches en Kyoto. He visto mucha madera, mucho edificio y ya no sé qué es lo que he visto, lo que me falta de ver ni dónde estoy. Eso sí, es todo muy bonito verde y frondoso. Pero no sé si es por estas fechas o por el descubrimiento de los chinos del turismo, pero estaba todo masificado, había mucha, pero mucha gente.

Kyoto para mí es la ciudad de los contrastes. Para empezar Kyoto está en un valle rodeada por montañas, con lo que la extensión de la ciudad es reducida. En los extremos de la ciudad están los grandes templos, y en el centro de la ciudad esta la civilización y consumismo desbordante por todas partes. Calles infinitas llenas de tiendas en todas las direcciones.

Enfrente de la entrada a un templo está la modernidad, y dentro del templo (que suelen ser templos extensos con jardines enormes) está todo intacto y tranquilo. Eso sí, dentro de los complejos de templos hay más tiendas y, por supuesto, máquinas de refresco. En cualquier lado hay, y son imprescindibles, porque sudas muchísimo aquí. Hasta venden toallas para el sudor (que, por cierto, me he comprado una, y son muy prácticas para no acabar con la camiseta de un color distinto a como la tenias de buena mañana).



Los jardines son la repera, porque están súper cuidados, hasta tal punto que recortan el musgo con tijeras (musgo porque con la humedad que hay sale solo), un trabajo de chinos. También están los jardines de piedras, que son rastrillados cada mañana por los monjes de los templos.

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